Análisis Diablo IV: Vessel of Hatred 11125r

(Pc, PS5, XSX) 5s2316

Estás en: Análisis > Diablo IV: Vessel of Hatred (PC, PlayStation 5, Xbox Series X)

Análisis Diablo IV - Vessel of Hatred: Blizzard encarrila el futuro de Diablo IV con acierto

Tras meses muy intensos entre la comunidad y el estudio, Vessel of Hatred llega para contentar a los fans más dedicados de la saga, con contenido que puede abrumar a los recién llegados

17/10/2024 14:31
Vessel of Hatred introduce las suficientes novedades a todos los niveles como para hacer que el juego base sea algo del pasado. Un Diablo IV 2.0 que nos ha encantado por sus propuestas de contenido endgame y especialmente una nueva clase que entra directa entre nuestras favoritas de la saga.

Menudo viaje el de Diablo IV en su primer año de vida. Además de ser uno de los juegos más esperados de los últimos años en el género, el rey de los RPG de acción en vista cenital ha tenido unos meses de lo más intensos. El lanzamiento fue redondo, sí, pero a medida que pasaban las semanas y llegaba la hora de mantener Diablo IV en constante movimiento para sus fans los problemas no hacían más que crecer.

La primera temporada cumplió con los deberes: más contenido para el endgame y diversas mecánicas novedosas. A partir de aquí Diablo IV entró en una completa vorágine de contenido publicado por Blizzard, quejas de los fans por la falta de motivación para seguir con el juego y mecánicas que no terminaban de cuajar, al contrario, empeoraban la experiencia.

Con los foros echando humo con cada nueva actualización, Blizzard mostró una total transparencia con directos casi constantes sobre las novedades y cambios que llegarían al juego. La idea en el estudio era clara: Había que llegar a la primera expansión de Diablo IV con un producto lo más redondo posible. ¿Lo habrán conseguido?

Diablo IV: Vessel of Hatred

Diablo IV


Viajamos a Nahantu, tierra de espíritus 3l2j1b

La nueva campaña que propone Diablo IV: Vessel of Hatred continúa directamente donde lo dejó el juego base. Seguimos los pasos de Neyrelle, quien viajará hasta la tierra de Nahantu con la piedra de Mefisto . ¿Con qué intenciones? Bueno, eso es algo que os tocará descubrir a vosotros mismos. Por el camino nos encontraremos con personajes nuevos que aportan frescura, y más importante ahí, clarísimas referencias (algunas más escondidas) a Diablo II.

Lo que sí podemos deciros es que la región es una de las más destacadas de la cuarta entrega de la saga. Si bien podemos encontrar diferentes tipos de biomas en la zona, la jungla es claramente la gran protagonista. Visitaremos tumbas de todo tipo, atravesaremos frondosos bosques, pantanos y otros lugares francamente espectaculares en lo que a diseño técnico y artístico se refiere. De lo mejorcito de Diablo IV sin lugar a dudas.

Por desgracia, Blizzard parece que ha dado un paso atrás en lo que a narrativa se refiere. La campaña principal se siente un “más de lo mismo”, y a pesar de ese “big reveal” con el que concluye la trama es imposible no sentir que se nos ha hecho corta. Y peor aún, que nos encontramos de nuevo en la casilla de salida. Mismo caso para las misiones secundarias. Donde en el juego base destacaban por su variedad, tanto en resolución y cómo afrontarlas, además de abordar historias de lo más variopintas, en Vessel of Hatred son mucho más livianas en todos los aspectos. Aún así, el seguidor de Diablo quedará contento al encontrar historias que ampliarán el lore de la región.

Diablo IV 2.0 y más allá 374e69

Con casi 1000h a la espalda con Diablo IV ya os puedo asegurar que Vessel of Hatred se siente francamente casi como un juego completamente diferente, o al menos, con lo suficientes cambios y mejoras como para que toque aprender a jugar de nuevo. No me quiero imaginar los que vuelven tras la primera o segunda temporada al videojuego de Blizzard. Un camino en el que, más allá de hacer clic en todo bicho viviente, habrá que enfrentarse a cambios considerables en las habilidades, builds, objetos nuevos e incluso cambios de interfaz.

Y es que ya os lo decíamos antes. Vessel of Hatred se siente casi más como una excusa para aglutinar todos los cambios que Blizzard lleva cocinando para Diablo IV durante meses. Una especie de Diablo IV 2.0 que, a pesar de ese muro inicial por interiorizar las mejoras y cambios, al poco rato sentimos que el estudio va por el buen camino.

Lo más destacable de todo es, como no podía ser de otra manera, el Espiritualista. La nueva clase de Diablo IV dejó serias incógnitas cuando fue anunciada. Los fans pedían el Paladín. A fin de cuentas Blizzard dejó bien claro que Diablo IV iba a sentirse como Diablo II, luego entonces ¿dónde estaba el caballero de brillante armadura con sus auras y builds como espinas, ahínco o martillo sagrado?

Diablo IV: Vessel of Hatred

Diablo IV


El estudio lo tenía claro: hacer una clase diferente a cualquier otra que había pasado por la saga ¡y vaya si lo han conseguido! El Espiritualista se siente una mezcla muy única y diferente al resto de clases de Diablo, algo así como meter en una batidora al druida, monje de Diablo III y mago en una batidora.

El Espiritualista es rápido, capaz de limpiar estancias en milésimas de segundos y cuya vinculación con los espíritus de Nahantu le permite beneficiarse de las bondades del Halcón para crear daño de rayos, al Gorila para dejar fuertes ataques en área, el Jaguar con su velocidad de ataque o el Ciempiés para aportar daño de veneno. En definitiva, una clase que hará las delicias de los jugadores que quieran improvisar sobre la marcha builds diferentes, pero efectivas, y donde la rapidez de ataque y la velocidad de movimiento sean pilares esenciales.

Hay mucho más en Vessel of Hatred. Vuelven las runas, y uno de los sistemas más queridos de Diablo II. Eso sí, aunque su funcionamiento puede resultar “similar”, hay cambios a destacar. El sistema es mucho más sencillo. Hay dos tipos de runas: invocación y ritual. Dependiendo de las que combinemos por cada una de las categorías obtendremos unos beneficios u otros. Fácil, ¿verdad?

El caso es que las runas en Diablo IV se sienten más como una ayuda, un extra para nuestra build que podríamos casi prescindir debido a la potencia de otros objetos. Hemos echado en falta una mayor contundencia en el impacto de la construcción de los personajes como en Diablo II. Y es que una de las gracias de este sistema es que cualquier objeto que a priori era prácticamente basura lo hacía tan útil que podía acompañarnos en dificultad Normal y Pesadilla durante decenas de horas. Si me preguntáis a mi, tengo la impresión de que Blizzard aplicará serios cambios al sistema de runas de aquí a unos meses para darle mucha más profundidad.

Blizzard también ha aplicado un importantísimo cambio a los niveles de dificultad, con un mejor y mayor escalado en la progresión del personaje. Para ello ha empezado por reducir los niveles del 100 a 60, y a partir de aquí pasando a los niveles paragón que ya conocimos en Diablo III. En lo que a dificultades respecta, encontramos Normal, Difícil, Experto y Penitente. Estas cuatro serán las habituales durante la campaña y el contenido a explorar una vez completada la historia. Lo interesante comenzará a partir de Tormento I, II, III y IV. En estas últimas cuatro dificultades tendremos a nuestro alcance el mejor botín, los rivales más duros y por si fuera poco, el desbloqueo de las actividades más interesantes.

Y este es uno de los puntos más interesantes de Vessel of Hatred que, en caso de que tengáis dudas, sí, son lo suficientemente adictivas como para pasar horas y horas frente a ellas. Hablamos de la Infraoscuridad y la Ciudadela Oscura.

La Infraoscuridad es un desafío contra el crono. Nos adentraremos en una mazmorra dividida en tres plantas y boss final, con un total de 100 segundos como tiempo máximo. En las habitaciones encontraremos pilares que nos arrojarán esferas (y enemigos). Cuanto mayor sea el medidor de esferas, mejor será la recompensa final. ¿Y es posible superar los tres pisos en 100 segundos? Para ello tendremos que derrotar enemigos que cuentan con un reloj de arena como icono, ampliando así el margen de tiempo. En definitiva una actividad que nos ha gustado muchísimo por su intensidad y unas recompensas que están a la altura.

Una de las grandes protagonistas ha sido la Ciudadela Oscura, algo así como la primera raid oficial de la saga. Y la verdad es que se siente como tal, más aún cuando la propia Blizzard ha introducido un buscador de grupos para esta mecánica. La Ciudadela Oscura es un desafío para entre 2 y 4 jugadores en los que los jefes requerirán sí o sí el uso de ciertas mecánicas, sumado a puzzles que como en cualquier otra raid de World of Warcraft (por seguir con Blizzard) van a necesitar una cooperación. El resultado es un contenido de lo más interesante, divertido y en el que por fin el estudio parece focalizar el contenido multijugador cooperativo.

Diablo IV: Vessel of Hatred

Diablo IV


Vessel of Hatred supone la dirección correcta la Diablo IV d1d6n

Nos hemos dejado algunas cosas, también importantes. Regresan los mercenarios, con sus propios árboles de habilidades y cambios jugables según el personaje seleccionado, incluso con historias personales de lo más interesantes. También aparecen otras actividades como un gigantesco boss que recorrerá la región de Nahantu que deberemos derrotar, una vez logrado, se nos permitirá seleccionar qué tipo de botín buscamos a través del portal que se ha abierto (Dinero, materiales, experiencia o equipo). El resultado es, de nuevo, una actividad que nos mantendrá ocupados gracias a una recompensas que compensan mucho para subir nivel, mejorar la build o lograr otros premios si superamos la mazmorra de turno.

En definitiva, Vessel of Hatred es la clara demostración de que Blizzard va por el buen camino con Diablo IV. Ha costado y se ha sufrido. Han sido meses francamente difíciles donde la comunidad, en mi humilde opinión, ha sido por momentos muy tóxica con el estudio.

Los cambios a nivel jugable son tan importantes y notorios que sin duda supone un regreso más que justificado a nada que seáis fan de la saga. Casi diría que obligado pues al fin el estudio nos da lo que tanto pedíamos: actividades por doquier, sumado a más objetos únicos, una nueva clase y recompensas jugosas por doquier con una nueva región que cumple con creces lo prometido.

Tal vez, la gran pega de Diablo IV: Vessel of Hatred es que donde apunta es al jugador más hardcore. Algo para nada negativo, desde luego, pero donde si en el juego base abrazaba al más casual o que no disponía de demasiado tiempo para alcanzar el contenido endgame, ahora hará falta un buen número de horas para adentrarnos en esas nuevas actividades o ver cómo nuestra clase llega a su peak de daño y velocidad a la hora de limpiar el mapa.

Sea como fuere, seguidor más casual o los de toda la vida más hardcore, Vessel of Hatred es un goteo constante de dopamina; desde que creamos nuestro Espiritualista, continuamos con la anterior clase y lleguemos hasta donde digamos “basta”. Eso, a día de hoy, es algo que no todos los juegos pueden decir.


8.5

Lo mejor

La nueva clase, el Espiritualista. De nuestras favoritas de toda la saga

Nahantu está plagado de rincones únicos

El nuevo contenido y mecánicas auguran horas de diversión para los jugadores más dedicados

Lo peor

El sistema de runas queda más como un apoyo que lo prometido y visto en Diablo II

La Campaña y las secundarias se sienten flojas y una progresión general nula

¿Cómo analizamos?